El acné está formado por dos tipos de imperfecciones:
- espinillas blancas y negras, también conocidas como comedones, que no son inflamatorias y aparecen con más frecuencia en el rostro y los hombros. Mientras no se infecten, es improbable que queden cicatrices;
- pústulas rojas o pápulas, que son poros inflamados que se llenan de pus. Pueden llevar a la formación de cicatrices.
Causas
En pieles normales, las glándulas sebáceas bajo el cutis producen una sustancia aceitosa llamada sebo. El sebo se mueve desde el fondo hacia la parte superior de cada folículo, y luego se derrama sobre la superficie de la piel y se lleva células descamadas. En personas con acné, la estructura por la cual fluye el sebo se tapa. Este bloqueo atrapa el cebo y las células descamadas debajo de la piel, lo que evita que se libere sobre la superficie. Si la abertura de los poros está bloqueada en su totalidad, se forma una espinilla blanca. Si está abierta, se forma una espinilla negra. Cuando una espinilla, blanca o negra, se inflama, puede convertirse en una pústula roja o pápula.
Es importante que los pacientes no se toquen ni rasquen las lesiones porque eso puede hacer que se inflamen y se formen cicatrices de larga duración.
Tratamiento
Tratar el acné es un proceso relativamente lento y no hay un remedio que lo cure de la noche a la mañana. Algunos tratamientos incluyen:
- Peróxido de benzoilo: reduce los bloqueos de los folículos pilosos y se usa en casos leves de acné.
- Antibióticos orales y tópicos: se usan para tratar cualquier infección en los poros.
- Tratamientos hormonales: pueden usarse en mujeres adultas con acné inducido por hormonas.
- Tretinoína: es un derivado de la vitamina A y ayuda a destapar el material bloqueado en las espinillas blancas o negras. Se ha convertido en un pilar del tratamiento del acné.
- Extracción: se eliminan las espinillas blancas y negras con un pequeño instrumento metálico que se coloca en el centro de los comedones y se empuja hacia abajo para extrudir el poro bloqueado.